Por qué tengo el hierro bajo

El hierro es un mineral presente en el cuerpo humano, pero en muy bajas cantidades. Por ese motivo, debemos proporcionárselo a través de la dieta, consumiendo alimentos ricos en hierro como son la carne roja, el hígado y los riñones, el pollo, la morcilla, el pescado, los huevos, las legumbres, los mejillones y el trigo. En definitiva, obtenerlo es tan fácil como procurar una dieta variada y equilibrada; sin embargo, cabe añadir que el hierro de origen animal es mejor asimilado que el de origen vegetal.

Una de las funciones más relevantes de este nutriente es su participación en el transporte de oxígeno a cada rincón del cuerpo. El hierro se encuentra en el interior de la hemoglobina, la proteína encargada de la distribución de oxígeno, y contribuye a que esta pueda realizar su tarea a través del torrente sanguíneo. Además, también integra la mioglobina (la proteína que proporciona el oxígeno a los músculos), participa en la síntesis del ADN, contribuye a la formación de colágeno y refuerza nuestras defensas contra agentes externos.

Los valores normales de hierro son los siguientes:

• En hombres adultos: de 18 a 180 µg/dl.
• En mujeres adultas: de 60 a 160 µg/dl.
• En niños: de 50 a 120 µg/dl.

Generalmente, la causa más habitual de la carencia de hierro es la ingesta insuficiente de este mineral. Cada persona tiene unas necesidades distintas en lo que respecta a conseguir unos niveles adecuados; entre otros factores, la edad y el sexo pueden influir en ello. Y es que las mujeres sufren pérdidas de sangre mensuales a causa de la menstruación, por lo que su necesidad de hierro es mayor que la de los hombres. En cuanto a esto, la abundancia de sangre que se pierda durante el periodo también es otro factor a valorar. Además, se considera que en otras etapas como la niñez y la adolescencia, el embarazo o la lactancia la necesidad de hierro aumenta y debe ser satisfecha para el correcto desarrollo.

El intestino delgado es el órgano responsable de absorber el hierro para almacenarlo en la médula ósea y mantener los niveles en el organismo. Si las provisiones disminuyen, probablemente se deba a:

• Un estado de malnutrición que provoca la falta del mineral. No consumir los nutrientes y minerales necesarios puede suponer que nuestro organismo sufra de una deficiencia de nutrientes, y como consecuencia, que no dispongamos del suficiente hierro. Asimismo, algunos regímenes que suponen la eliminación de algunos grupos de alimentos, pueden suponer este problema.
• Las personas que incorporan una dieta vegetariana, son propensas a tener una falta de hierro, puesto que eliminan la carne de su dieta, la principal fuente de hierro. Por ello, es importante acudir a un especialista para incorporar en la dieta los alimentos adecuados que permitan suplir los alimentos que se retiran en una dieta vegetariana.
• Una pérdida abundante de sangre que haya desequilibrado los niveles, causada por un traumatismo o por afecciones como hemorroides, hernias y úlceras en intestinos o estómago o cáncer, entre otras.
• Anomalías en la sangre que resultan un riesgo a la hora de sufrir carencia de hierro, como son la macrocitosis (glóbulos rojos inusualmente pequeños) o hipocromia (glóbulos rojos que contienen poca hemoglobina).
• Un defecto en la generación de glóbulos rojos (eritropoyesis) causado por una baja estimulación de la médula ósea por parte de ciertas hormonas. Esto puede ocurrir a raíz de problemas como el hipotiroidismo.

La carencia de hierro puede provocar síntomas como cansancio y debilidad, palidez en la piel, irritabilidad, palpitaciones, mareos y náuseas. Sin embargo, lo más recomendable es realizar exámenes de sangre periódicos para controlar los valores y evitar que una carencia de hierro prolongada derive en anemia ferropénica.

• Cansancio y debilidad. Como hemos explicado con anterioridad, el hierro es fundamental para el correcto transporte de oxígeno en la sangre, por lo que si la cantidad de este es bajo, es común que nos sintamos cansados, débiles y con una menor vitalidad.
• Palidez. El tono de piel y de las mucosas se vuelve más pálido porque estos reciben una menor cantidad de oxígeno.
• Náuseas y mareos. Esta misma falta de oxígeno en las células y los tejidos, hace que las náuseas y los mareos acompañen a los al cansancio.
• Bajo rendimiento. Nuestro estado emocional también puede verse afectado por la falta de hierro, presentando una actitud más irritable, y un ánimo bajo.
• Palpitaciones. El corazón puede sufrir de anomalías en su ritmo cardíaco, como taquicardia, por lo que somos conscientes de los latidos.

Este artículo es meramente informativo, en ONsalus.com no tenemos facultad para recetar tratamientos médicos ni realizar ningún tipo de diagnóstico. Te invitamos a acudir a un médico en el caso de presentar cualquier tipo de condición o malestar.

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