Leishmaniasis: contagio, síntomas y tratamiento

Leishmaniasis: contagio, síntomas y tratamiento

La leishmaniasis, o leishmaniosis, es una enfermedad muy frecuente en países con climas tropicales y es considerada como una de las seis afecciones de mayor importancia por su elevado número de mortandad y el incremento de casos reportados al año.

Son varios los parásitos que pueden provocar el desarrollo de esta enfermedad y dependiendo de la especie, la leishmaniasis se puede manifestar de dos maneras de acuerdo al lugar que afecta, la leishmaniasis cutánea, que puede extenderse hacia las mucosas, y la leishmaniasis visceral, la condición más complicada y con resultado fatal si no se interviene a tiempo. Debido a las consecuencias graves que conlleva esta condición, es importante que sepas cómo identificarla y que es posible combatirla si se actúa a tiempo. Por eso, en este artículo de ONsalus queremos que conozcas todo lo relacionado con la leishmaniasis: contagio, síntomas y tratamiento.

Contagio de leishmaniasis

El causante de esta enfermedad puede ser cualquier parásito perteneciente al género leishmania y logra entrar al cuerpo a través de la picadura de un insecto que se alimenta de sangre, principalmente de dos géneros, el Lutzomya en América y Phlebotomus en Europa, Asia y África.

Cuando el insecto se alimenta de una sangre infectada, el parásito queda resguardado en su sistema, sin hacerle daño, hasta que vuelve a alimentarse de una persona sana y es inyectado en el momento de la picadura, cambiando su forma y desarrollando la enfermedad.

Aunque generalmente el microorganismo se transmite de un huésped a otro a través de un insecto portador, también hay registros de casos de leishmaniasis por contagio venéreo, transfusión de sangre y transmisión a través de la placenta. Además, se ha observado que en lugares donde el insecto portador no es tan común, el parásito puede utilizar a las garrapatas o a las pulgas caninas; ya que, además del ser humano, es posible que infecte a otros animales, como perros, roedores y marsupiales.

Síntomas de la leishmaniasis

Después de haber adquirido el parásito a través del mosquito portador pueden pasar semanas, o incluso un año, hasta que aparezca una úlcera en el lugar de la picadura. Por otro lado, la sintomatología que se observe dependerá del tipo de leishmania involucrado y la zona del cuerpo que afecte. Para ello se distinguen dos formas:

  • Leishmaniasis cutánea: se caracteriza por la presencia de múltiples ulceras y nódulos en la piel, principalmente en la cara y los brazos. En casos avanzados pueden propagarse a las mucosas nasales, la boca, faringe, laringe, tráquea o el tabique nasal, dañándolas seriamente. Le acompañan algunos síntomas como congestión nasal, mayor irrigación de sangre en la nariz e hinchazón, dificultad para respirar y comer, picor excesivo en el área afectada, hemorragia nasal y rinorrea.
  • Leishmaniasis visceral: es la forma más grave de la enfermedad. En un principio hay fiebre, diarrea, tos, vomito, fatiga y pérdida de peso repentina. Conforme avanza la leishmaniasis se produce anemia, inflamación de los ganglios linfáticos u órganos internos, como el bazo y el hígado. También puede haber taquicardia, sangrados, alopecia, ictericia, hematomas y lesiones de color rojo, desgarre abdominal y acumulación de líquido en el área peritoneal.

Tratamientos para combatir la leishmaniasis

Es importante que acudas con el médico ante cualquier indicio de leishmaniasis, sobre todo si el lugar en donde vives hay casos frecuentes de esta condición. La manera en que debe ser tratada esta enfermedad será señalada únicamente por el médico al identificar el tipo de parásito de leishmania que presentes, además de tu estado de salud y si padeces algún otro trastorno.

Las lesiones provocadas por leishmaniasis suelen ser resistentes a los tratamientos, por lo que su curación se retrasa. El médico posiblemente te recete alguna de estas opciones:

  • Curación con fisioterapia: se puede practicar como apoyo al tratamiento con fármacos en lesiones pequeñas. La más utilizada es la termoterapia, que consiste en aplicar un nivel de calor, por diferentes métodos, en la zona dañada. Existen registros en los que se observan mejoría de las lesiones en una sesión, pero hay que tener cuidado para evitar quemaduras. Asimismo, la crioterapia es muy utilizada y contrario a la técnica anterior, se basa en la aplicación de frío sobre el área afectada. Recuerda que sólo un especialista puede recomendarte el método que mejor se ajuste a tu condición, no realices alguno sin consultarlo o sin su supervisión, ten en cuenta también las contraindicaciones y posibles efectos secundarios si lo aplicas de manera incorrecta.
  • Cirugía: por sí sola no representa una solución para la leishmaniasis, más bien se recurre a ella para remover pequeñas lesiones o extraer el bazo inflamado cuando la afección no mejora. Igual puede ser utilizada posteriormente para reconstruir la piel o zonas deformadas por las úlceras.
  • Uso de fármacos: los medicamentos antimoniales pentavalentes son de gran ayuda para combatir la leishmaniasis y generalmente es suficiente para tratarla. No obstante, cuando la condición no mejora por la resistencia del parásito, se puede emplear fármacos más fuertes, principalmente la anfotericina B, también en su forma liposomal o desoxicolato, otros de uso frecuente son la alupurinol, la miltefosina y la pentamidina.

Los medicamentos suelen administrarse por vía intravenosa o intramuscular. La dosis dependerá del grado de avance de la enfermedad, el tipo de parásito, el peso del paciente y su estado de salud en general. Hay que tener cuidado con la dosis aplicada de ciertos medicamentos por su alta toxicidad y efectos secundarios, como nauseas, dolores de cabeza, letargo, vómito, dolores musculares, entre otros. Además, están contraindicados en personas que padezcan insuficiencia renal, hepática o pancreática severa, problemas cardíacos o tuberculosis pulmonar.

Este artículo es meramente informativo, en ONsalus.com no tenemos facultad para recetar tratamientos médicos ni realizar ningún tipo de diagnóstico. Te invitamos a acudir a un médico en el caso de presentar cualquier tipo de condición o malestar.

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