Qué es la microcefalia en un bebé y cuáles son sus complicaciones

La microcefalia es un defecto congénito en el que la cabeza del bebé es de menor tamaño de lo que se considera normal. La medición de la circunferencia de la cabeza suele realizarse cuando el infante nace. Así pues, esta condición se detecta, sobre todo, en recién nacidos. Aun así, si la falta de crecimiento del cráneo es muy evidente, este trastorno puede llegar detectarse durante la gestación mediante una ecografía prenatal.

Se considera que si la cabeza de un recién nacido mide 33 centímetros o menos de circunferencia craneal, puede tratarse microcefalia. Este trastorno neurológico también puede desarrollarse durante los primeros años de vida. En ese caso, será diagnosticado posteriormente por un pediatra tras las revisiones de rutina.

Durante la gestación y la lactancia se produce el crecimiento del cráneo del bebé, producido por el desarrollo del cerebro. A medida que este crece, el cráneo deberá hacer lo mismo. En este sentido, la microcefalia se presenta cuando el desarrollo y crecimiento del cerebro no es el adecuado, lo que da lugar a un cráneo más pequeño de lo habitual.

Las causas de la microcefalia pueden ser patologías muy diversas. Algunas de ellas están vinculadas a enfermedades que afectan a la madre durante el embarazo y otras son condiciones genéticas que desarrolla el feto. Lo vemos a continuación.

• Enfermedades que afectan a la madre durante el embarazo: la rubéola congénita. la toxoplasmosis congénita, el citomegalovirus congénito, el envenenamiento por mercurio, la fenilcetonuria no controlada, el virus zika o el abuso de sustancias, como el alcohol y las drogas, durante el embarazo.
• Trastornos genéticos: el síndrome de Down, la trisomía 18, la trisomía 21, el síndrome de Cornelia de Lange o los síndromes de Rubinstein - Taybi, de Seckel o de Smith-Lemli-Opitz. Muchas de estas condiciones se detectan durante el embarazo.

En términos generales, la microcefalia ha sido siempre un trastorno poco común, sin embargo, durante el 2015 las estadísticas de nacimientos de niños con esta condición en Brasil se multiplicaron por 30. Este incremento en los nacimientos de bebés con microcefalia se presentaba en aquellas zonas que habían sufrido brotes de virus zika, una enfermedad originaria de Uganda que se transmite por la picadura infectada del mosquito Aedes Aegypti.

El virus zika es una condición similar al dengue o la chikungunya que hasta hace unos meses se creía inofensiva, pues sus señales son tan débiles que apenas un 20% de las personas presenta síntomas. A pesar de ello, cuando el virus afecta a mujeres embarazadas puede producir microcefalia en el feto, tal como lo hacen otras condiciones como la rubéola o la toxoplasmosis.

No se conoce aún cómo actúa el virus en el cuerpo de la madre, sin embargo, el Ministerio de Salud de Brasil ha confirmado la relación entre ambas condiciones, mientras que la Organización Mundial de la Salud OMS ha declarado emergencia sanitaria global a las enfermedades neurológicas producidas por este virus.

Ante este cuadro clínico, la recomendación de las autoridades sanitarias es extremar las medidas de prevención en aquellas zonas en las que hay presencia de virus zika, con el fin de evitar picaduras de mosquito durante la gestación que puedan poner en riesgo la salud del bebé.

Las complicaciones de la microcefalia dependerán de la causa de la enfermedad y también del grado de desarrollo del cerebro del pequeño o la pequeña. Algunos bebés con esta condición se desarrollan con normalidad, tanto física como intelectualmente, aunque su cabeza es más pequeña de lo normal. Aun así, en la mayoría de los casos presentan problemas en el desarrollo intelectual y físico como los siguientes:

• Retrasos en el desarrollo del habla o la motricidad.
• Problemas para mantener el equilibrio y la coordinación.
• Retraso mental.
• Hiperactividad.
• Deformaciones faciales.
• Problemas de estatura.
• Convulsiones.
• Menor expectativa de vida.

Es importante reiterar que el grado de complicaciones de la microcefalia varía en cada bebé, ya que, en gran medida, depende de la causa que lo provoca y del nivel de desarrollo del cerebro. Por lo tanto, la opinión médica resulta imprescindible para poder determinar las consecuencias de este trastorno sobre el infante.

No existe ningún tratamiento específico para revertir las complicaciones de la microcefalia, aunque hay cirugías que permiten corregir las deformidades craneales y mejorar la apariencia de la cabeza.

El método aplicado para tratar la microcefalia consiste, básicamente, en potenciar el desarrollo del niño o la niña mediante diversas actividades que mejoren sus capacidades, como terapias de aprendizaje o terapias físicas, entre otras. Esto ayudará a promover su independencia en la medida de cada caso.

Aun así, un bebé con microcefalia deberá acudir de forma frecuente al médico para realizar exámenes físicos que permitan constatar su condición y medir los efectos de las terapias aplicadas.

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