Por qué tengo la piel dura

La esclerodermia es una enfermedad crónica y degenerativa que afecta principalmente a la piel. Se considera de naturaleza autoinmune porque tiene su origen en el sistema inmunológico. Debido a una reacción adversa, el sistema comienza a atacar al cuerpo y en su defensa, la piel aumenta su nivel de colágeno.

Las causas de esta enfermedad no están muy bien determinadas. Algunos especialistas la asocian a factores externos que afectan directamente al sistema inmunológico como, por ejemplo, hábitos alimenticios y exceso de estrés. Otros han encontrado desencadenantes en enfermedades como lupus eritomatoso o polimiositis.

Los síntomas de la esclerodermia varían de acuerdo a su tipo, sin embargo, en general, los pacientes experimentan:

• Engrosamiento y endurecimiento de la piel.
• Disminución de la movilidad en extremidades.
• Pérdida del cabello.
• Deformación de uñas y punta de los dedos.
• Cambios en la coloración de la piel.
• Fatiga y desgana.
• Depresión.

Dentro de la categorización de la piel dura, existen dos tipos que a su vez poseen clasificaciones: esclerodermia localizada y esclerodermia sistémica.

Esclerodermia localizada

Tal como su nombre lo indica, este tipo de enfermedad de la piel dura se manifiesta de forma localizada. Afecta principalmente a la piel, los tejidos debajo de ella, músculos y huesos. En apariencia, se muestran unas manchas que pueden ser blanquecinas u oscuras.

Solo en el caso de la esclerodermia lineal, estas manchas que se extienden como bandas, pueden tener afecciones internas. Aunque no interfieren con el funcionamiento de órganos, sí causan daños en el tejido adiposo, huesos y músculos.

Esclerodermia sistémica

Llamada también esclerosis sistémica, representa el tipo de mayor riesgo para la vida del paciente, ya que la fibrosis o cicatrización que se da en los tejidos puede también producirse en los órganos. Afecta directamente a los vasos sanguíneos, sistema digestivo, corazón, pulmones, vías respiratorias, entre otros.

Entre los síntomas de esta patología, destaca el fenómeno de Raynaud, que consiste en la despigmentación de los dedos a causa del frío o el estrés. Bajo este fenómeno, los dedos pueden tornarse blanco o azules, llegando a la posibilidad de una amputación.

Otros síntomas que acompañan a la esclerosis sistémica son engrosamiento de la piel, dificultad para mover las articulaciones y llagas en los dedos. Debido a su efecto sobre los órganos, la persona puede experimentar reflujo gastroesofágico, dificultad para respirar y tragar, así como dolor, fatiga y cansancio.

También se puede ver comprometido el corazón y su ritmo cardíaco. Los riñones pueden padecer de insuficiencia y se puede dar una resequedad generalizada en boca, ojos, piel y partes íntimas.

En la mayoría de los casos, los síntomas iniciales de la esclerodermia son la inflamación y enrojecimiento de la piel. El engrosamiento le da una apariencia lisa a la piel, dura al tacto. Ante un padecimiento de este tipo, es necesario acudir al médico.

Para lograr el diagnóstico de la enfermedad, el paciente debe someterse a un chequeo general, en el que se incluyen tomas de sangre e incluso estudios con radiografías y muestras de la piel. Una vez hecho el diagnóstico, se tipifica la enfermedad y se estable su estado.

Hasta el momento, no existe un tratamiento efectivo contra la esclerodermia. Los pacientes con esta condición son tratados con inmunosupresores para disminuir el avance de la enfermedad. Adicionalmente, reciben medicación de acuerdo a las complicaciones internas que presentan. Por ejemplo, es muy común en la medicación para personas con esclerodermia el uso de vasodilatadores y antiinflamatorios, así como, analgésicos, antibióticos y tópicos para la piel. A nivel psicológico, algunos reciben antidepresivos o ansiolíticos para el control del estrés.

Por su cuenta, cada paciente puede contribuir a mejorar su condición de diferentes maneras. La primera de ellas es cumpliendo el tratamiento indicado por su médico. Después, la aplicación de cremas con lanolina para disminuir la resequedad. Adicionalmente y en la medida de sus posibilidades, puede:

• Realizar ejercicios menores sin llegar a la fatiga.
• Mantener terapias regulares de fisioterapia.
• Controlar su temperatura corporal y la del ambiente.
• Evitar choques de frío o calor.
• Controlar el estrés.
• Practicar técnicas de respiración de forma cotidiana.
• Contar con asistencia médica en casos de gravedad o incapacidad.

En ONsalus, recomendamos la consulta a un especialista en casos de dudas respecto a este tipo de enfermedad u otras. Un diagnóstico acertado y oportuno marca la diferencia en la calidad de vida de un paciente, así como, en el tratamiento para su mejoría.

Este artículo es meramente informativo, en ONsalus.com no tenemos facultad para recetar tratamientos médicos ni realizar ningún tipo de diagnóstico. Te invitamos a acudir a un médico en el caso de presentar cualquier tipo de condición o malestar.

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