Definición de vinculación afectiva

La vinculación afectiva es el proceso de unión que ocurre entre un niño y sus padres, especialmente la madre, que tiene importancia en la formación de los lazos afectivos que influyen posteriormente en el desarrollo físico y psicológico del niño. En la iniciación de los vínculos afectivos son de especial importancia el contacto con los ojos, las caricias, la charla tranquilizadora y otras conductas afectivas que comienzan a crear lazos emocionales positivos.

Las madres se preocupan más por el contacto físico, mientras que los padres intentan fomentar en el niño un sentido de la absorción, preocupación e interés visual, a esto se le ha denominado absorción paternal.

Aunque la vinculación afectiva se considera ante todo una respuesta emocional, se especula sobre la posible existencia de alguna interacción bioquímica y hormonal en la madre capaz de estimular esa respuesta, pero los estudios todavía no son concluyentes. No obstante, la vinculación afectiva no tiene por qué darse solo entre madres e hijos, sino que también puede establecerse un vínculo emocional entre amigos, los cuales tienen una relación de amistad fuerte y de confianza, lo que implica unas serie de factores como el afecto, el cariño, preocupación y respeto.

Los primeros investigadores que empezaron a hablar y a estudiar la vinculación afectiva entre padres y niños fueron John Bowlby y Mary Ainsworth. En 1951, Bowlby demostró el papel vital que desempeña un fortalecimiento del vínculo afectivo en el desarrollo emocional del bebé, a la vez que advirtió sobre las consecuencias negativas que conlleva una separación entre madre e hijo.

Mary Ainswort distinguió entre 4 tipos de vinculación afectiva, recogiendo los distintos lazos que pueden unir al niño con su madre:

Vínculo afectivo de seguridad

Los niños que han forjado una vinculación segura con la madre suelen demostrar rechazo cuando esta se aleja, ya sea llorando o protestando, y expresan felicidad y gozo cuando esta regresa.

Para ellos la madre es una zona segura, por lo que a menudo se alejan para explorar, pero van volviendo de forma intermitente para sentirse seguros. Por lo general, este tipo de bebés no suele sentir ira y acostumbran a cooperar con la madre para facilitarle ciertos trabajos.

Vínculo afectivo de evitación

Los bebés con esta vinculación afectiva no lloran ni patalean cuando la madre se va, sin embargo, cuando esta regresa tampoco muestran signos de felicidad, sino que la evitan. Su temperamento les lleva a disgustarse con facilidad -no les gusta que los suban en brazos, tampoco les gusta que lo dejes de hacer- y se apartan de la madre incluso cuando necesitan ayuda.

Vínculo afectivo ambivalente o resistente

Son los niños más difíciles de calmar, ya que tienen sentimientos y actitudes contradictorias. Si se alejan de la madre se sienten ansiosos y alterados, pero cuando esta vuelve, a pesar de buscar el contacto con ella constantemente, siguen chillando y pateando. A diferencia de los que han establecido una vinculación afectiva de seguridad no suelen ser muy dados a explorar.

Vínculo afectivo desorientado

Igual que los de vinculación ambivalente sus comportamientos también nos parecen contradictorios. Muestran felicidad cuando llega la madre, pero luego se alejan de ella o se acercan sin establecer contacto visual, sus movimientos parecen guiados por el miedo o por la confusión, sin que parezca que sepan muy bien lo que están haciendo.

Como hemos explicado al principio, una buena vinculación afectiva no se basa simplemente en dedicar más tiempo a tu hijo, sino en que el tiempo que le dediques sea de calidad. Las horas que puedas pasar con él no dependen tanto de ti como de tus obligaciones, pero la calidad de vuestras relaciones sí que la puedes mejorar y en ONsalus queremos ayudarte a ello. A continuación te daremos una serie de consejos para que puedas mejorar el vínculo afectivo con tus hijos:

Aprende a escuchar

Comparados con los problemas de la vida adulta, la mayoría de los problemas de los niños nos parecen triviales. Ellos no tienen nuestra lógica ni la capacidad de anticipar las consecuencias, por lo que no podemos comprender la importancia y el impacto que esos problemas les comportan. Por lo tanto, ante cualquier necesidad que tenga el niño, nosotros debemos estar allí para escucharle, para comprender qué es lo que le pasa.

El objetivo de esto no es solucionar todos sus problemas sino que va mucho más allá. Si hacemos esto desde que es pequeño el niño recibe un gran mensaje positivo, pues entiende que siempre que lo necesite sus padres estarán allí para escucharlo y ayudarlo.

Los adolescentes que desde la primera infancia han contado con sus padres para poder explicar sus problemas, cuando llegan a esta convulsa etapa de la adolescencia, siguen contando con ellos como referente para poder solventar sus contratiempos.

¿Sabes qué es la resilencia parental?

La resiliencia es un concepto que se aplica a los materiales y que describe su capacidad para doblarse y deformarse sin romperse para posteriormente volver a su posición original. John Bowlby fue el primero que lo aplicó a la psicología y, haciendo una analogía con su definición física, lo describe como la capacidad de ciertas personas de hacer frente a las circunstancias adversas de la vida, sobreponiéndose a los traumas y experiencias difíciles.

Los padres deben procurar siempre por el cuidado de sus hijos, tanto a nivel físico como afectivo, sin embargo, esto no debe convertirse en una búsqueda constante de lo que le disgusta al niño para acabar con ello y evitarle el sufrimiento. Un padre resiliente debe ser capaz de compatibilizar el cuidado y afecto con la capacidad de enseñar que la vida tiene momentos de dolor y frustración, que se pueden superar a partir de la confianza en uno mismo y la ayuda de los tuyos. Al niño se le debe reforzar desde el positivismo y la seguridad de que saldrá adelante, no hay ni que negarle los problemas ni crearle desánimo.

Enséñale a hablar de sus sentimientos

Uno de los elementos principales para construir una personalidad sana es que el niño aprenda a hablar y mostrar sus propios sentimientos. Para conseguirlo hay que empezar a introducir, desde pequeños, el factor emocional en las conversaciones.

Cuando llegue llorando del colegio, cuando tenga un berrinche o cuando veas que hay algo que le preocupa, pregúntale acerca de como se siente, de los sentimientos que está experimentando. Un buen momento para hacerlo es cuando esté acostado en la cama antes de ir a dormir, cuando esté calmado y pueda reflexionar con claridad, entonces podréis compartir sentimientos, explicarle que es lo que te ha disgustado de su conducta o que te ha hecho enfadar y el te podrá explicar como se ha sentido.

Hay que ser coherente

Los padres son los principales referentes y modelos de conducta para sus hijos, como mínimo hasta la adolescencia. Por eso es necesario mantener una coherencia entre lo que se hace y lo que se dice, no podemos decirle que está mal algo que luego hacemos nosotros, a su vez hay que ser coherente en el tiempo, algo que hoy está bien mañana también debe estarlo. El niño se debe mover en un entrono previsible, saber las consecuencias que conllevan los actos.

Fomenta la democracia

La educación democrática se basa en que el niño se sienta aceptado y querido pero también debe entender la importancia de las reglas y las normas. Para conseguirlo hay que ser generosos con él, pero establecer unas líneas de conducta claras que no deben sobrepasarse.

Si no se establece un límite claro las demandas del niño irán en aumento, creyendo que está en su derecho de hacerlo, si es así, será él quien tome el control sobre vosotros.

El tiempo, si es de ocio mejor

No solo basta con dedicarle más tiempo a los hijos, la calidad de las horas que pasemos con ellos también será determinante en su posterior desarrollo emocional. A día de hoy, con la proliferación de dispositivos electrónicos, cada vez se hace más difícil encontrar espacios de comunicación donde padres e hijos puedan disfrutar de un tiempo de ocio. Pero si no existen hay que buscar esos espacios donde poder jugar todos juntos, leer un cuento o hablar de cualquier cosa que le interese.

Este artículo es meramente informativo, en ONsalus.com no tenemos facultad para recetar tratamientos médicos ni realizar ningún tipo de diagnóstico. Te invitamos a acudir a un médico en el caso de presentar cualquier tipo de condición o malestar.

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